La estrategia de que la “mayoría silenciosa de los catalanes hiciera bascular la política catalana hacia el unionismo” no ha funcionado el día 21. A pesar de que el 52,5 por ciento de los catalanes han votado por opciones contrarias a la independencia, los independentistas han obtenido mayoría de escaños y han ratificado que es mayoritario el número de catalanes que defienden el derecho a decidir y que abogan porque el denominado conflicto catalán se resuelva con una consulta ciudadana. Concluye una campaña electoral anómala y penosa, con la Generalitat intervenida, con candidatos en la cárcel o huidos a Bruselas para evitar la prisión. ¿Pero quién ha ganado? Nadie va a ganar de manera determinante, porque la línea hasta ahora principal (la secesión unilateral) está rota y no hay aún una base social de verdadera alternativa de repuesto. Gobernarán, en el supuesto que se pueda elegir presidente y formar gobierno, los independentistas sin su independencia, Republicanos sin su república infame. Los independentistas no van a volver a declarar por segunda vez la república catalana.
El artículo 155 no ha encontrado resistencia. Los funcionarios han obedecido. Los Mossos, también. El Gobierno que ha demostrado la relativa fortaleza del Estado no ha capitalizado, sino al contrario, el voto del público contrario al independentismo. El rédito lo ha obtenido Ciudadanos, dejando al PP en el Grupo Mixto por detrás de la CUP, en K.O. técnico y en la UCI por mucho tiempo. Sobre las palabras de Sáenz de Santamaría, que el sábado dijo que habían descabezado al independentismo y habló de “liquidarlo”, mejor olvidarlas. El Gobierno no ha facilitado ideas o propuestas a los catalanes, se han limitado a decir que se cumpla la ley, sin indicar qué o cuáles y han realizado excursiones de miembros del Gobierno para evitar, sin éxito, que su mal candidato se hundiera con las siglas. Han sido unas elecciones extrañas.
La ley electoral española, que es de aplicación en Catalunya al carecer esta Comunidad de una normativa propia, se rige por la ley d’Hondt, con un sistema de asignación de escaños en el que las últimas plazas se otorgan a la candidatura que obtiene un resto mayor. Los resultados de las elecciones de este 21-D han dado dos grandes titulares: Ciudadanos, con Inés Arrimadas al frente, logra una victoria histórica en votos y escaños (37). Y el bloque independentista mantiene la mayoría absoluta con 70 escaños con la lista de Junts per Catalunya (JxCat) liderada por el president cesado de la Generalitat, Carles Puigdemont, que ha logrado 34 diputados. Por detrás se sitúa ERC, que obtiene 32 diputados, el PSC se sitúa en cuarta posición con 17 escaños, Catalunya en Comú, quinta fuerza con 8 parlamentarios, mientras que la CUP se hace con 4 y el PP de Catalunya es la última fuerza política con sólo 3 diputados. De esta forma, la jornada electoral deja dos grandes novedades, la victoria por primera vez del partido de Rivera en unos comicios, y de una fuerza no catalanista que se impone en unos comicios en Catalunya tras sólo 10 años de vida parlamentaria, y la pujanza de la lista del huido expresident, Carles Puigdemont, que se ha impuesto a la del preso Oriol Junqueras contra todo pronóstico. El hecho de que las fuerzas independentistas sumen 70 diputados supone que revalidan la mayoría absoluta que obtuvieron hace dos años y es un hecho determinante que marcará el futuro inmediato a la hora de formar gobierno y no necesitará el voto positivo de la CUP, sino simplemente su abstención.
La situación del presidente cesado Carles Puigdemont, en Bruselas para evitar la acción de la Justicia española, como sucediera con Junqueras y los exconsellers, Joaquim Forn, Josep Rull, Jordi Turull, Raül Romeva, Meritxell Borrás y Dolors Bassa, también tiene relevancia para la futura conformación de un gobierno. De momento, se mantiene la orden judicial que haría que fuera detenido en cuanto pise suelo español. En tal caso, sería llevado ante el Tribunal Supremo para declarar y seguramente se decretaría su prisión preventiva. Pero el propio candidato se cuidó de asegurar que si era designado candidato para un eventual debate de investidura volvería para participar y para ser investido. Está por ver si finalmente Puigdemont cumple su palabra y vuelve y si el juez se aviene a dejarle participar en dicha investidura, aunque hay jurisprudencia que así lo avalaría. En todo caso, el expresident tiene más al alcance llevar a cabo su plan de restituir el Govern cesado.
Uno de los factores determinante en estos resultados es el gran aumento de participación que se ha registrado. Según los datos provisionales con el 99,89 por ciento escrutado, un 81,94 por ciento de los ciudadanos con derecho a voto había depositado su papeleta en las urnas, frente al 74,95 por ciento del 2015, lo cual supone 7 puntos más. En total, han votado 4.360.843 catalanes, mientras que se han abstenido 961.426 ciudadanos, el 18 ,06 por ciento. Por provincias, Barcelona registraba un gran aumento (5,45 por ciento), al pasar del 63,21 por ciento en 2015 al 68,66 por ciento este jueves. En Girona, subía unos tres puntos, del 65,08 por ciento al 68,21 por ciento (3,13 por ciento). En Lleida, se elevaba desde el 61,11 por ciento hasta el 66,68 por ciento (5,57 por ciento). Y en Tarragona también superaba los cinco puntos (5,07 por ciento) lo registrado hace dos años al pasar del 61,78 por ciento al 66,85por ciento. Por comarcas, sólo en el Pallars Sobirá (Lleida) había descendido con respecto al 2015 al pasar del 58,51 por ciento al 57,94 por ciento.
Y así, ¿se puede gobernar bien España con sólo el 5 por ciento de los votos en Catalunya? La débil posición electoral del Partido Popular en Catalunya es un problema estructural y sistémico que dificulta desde hace décadas un nuevo enfoque de la cuestión catalana. Si puede conseguir ganar elecciones generales con un porcentaje altísimo en el resto del país, cada día le resulta más complicado en Catalunya y Ciudadanos le va a impedir en las próximas elecciones generales los éxitos del pasado, al igual que PSOE y Podemos. Solo si la economía mejora mucho, el empleo es más estable y no estallan nuevos casos de corrupción y de los que están siendo juzgados no se revelan comportamientos vergonzantes de los actuales dirigentes, tiene posibilidades Rajoy de volver a ganar.
Sin duda, el conflicto catalán está radicalizando las posturas políticas de muchos ciudadanos y la actitud de los partidos políticos para sacar rendimiento político es evidente. El referéndum ilegal del 1 de octubre ha provocado que los ciudadanos se posicionasen a un lado u otro para encontrar un sentido a lo sucedido. También hay que decir que los independentistas han sido aupados desde medios de comunicación afines y desde instituciones y escuelas catalanas que ayudan a radicalizar las ideas de los ciudadanos, y desde hace décadas ante la pasividad patética de los distintos gobiernos nacionales y la pasividad lacerante de las fiscalías. Después de estas las elecciones puede venir un periodo más tranquilo, o todo lo contrario, y lo peor es que con el tiempo la incomprensión mutua puede agravarse si la mayor parte de catalanes no obtiene una respuesta a su percepción de ciudadanos relegados, y así la polarización y la desconfianza respecto a la otra parte irán en aumento.
Es imprescindible cambiar la dinámica del sistema educativo catalán y cortar las subvenciones a asociaciones secesionistas, modificar la parcialidad espantosa de muchos medios de comunicación, en especial la televisión. Esa tarea no corresponde solo al gobierno nacional, es una responsabilidad de todos los ciudadanos que aman Cataluña en España.