Últimamente, el ave de la imagen se ha convertido en la reina del Guadalmedina, cuál león en la selva. Se adentra en el río, localiza a su presa, estira el cuello de forma impresionante y se lanza a por ella, con algunas veces más suerte que otras. Conforme deja atrás la orilla y camina despacio por el agua, un rastro negro, que marca su camino, aparece a su paso, y es que la suciedad que habita en esta zona no pasa, tampoco, desapercibida. La basura se acumula en la periferia y los que la observan pueden encontrar desde carritos para llevar las maletas en el aeropuerto hundidos, hasta botellas u otros residuos de todos los tamaños y formas. El color negro viste el espacio y la gente que se sienta a comer en sus alrededores prefiere centrar su vista en la vida animal -lo más bonito que tiene- que en la muerte paisajística. Aunque se trate de río y no de agua salada, esta imagen da a pensar que “para todo mal, el mar, y para todo bien, también”.