El pasado 2 de marzo se registró el salto a la valla de Melilla más numeroso de su historia. Unos 2.500 inmigrantes lo intentaron y 481 de ellos lo consiguieron. El saldo fue de 40 heridos, una veintena de ellos agentes de la Guardia Civil y de la Policía. Según la Delegación del Gobierno, los asaltantes subsaharianos iban provistos con garfios, palos y tornillería en los zapatos y emplearon una gran violencia. Inmediatamente después, las ONG criticaron las actuaciones policiales, posicionándose como acostumbran a favor de quienes vulneran la legalidad de las fronteras y agreden a quienes las custodian, imágenes estas que no suelen mostrar los medios de comunicación. Hasta el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlasca, defendió a los agentes.