El PP se ha indignado después de que Pablo Casado, por incompresible que parezca todavía presidente del PP, reivindicase ante sus socios europeos que con él no hubo pactos con Vox. Esto pasa, naturalmente, porque no se le expulsó hace unas semanas cuando perdió todo crédito ante sus bases, dirigentes y electorado por el presunto caso de espionaje a Isabel Díaz Ayuso. Pero se le dejó vivo, políticamente, claro. Como a Pedro Sánchez el 1 de octubre de 2016 y después regresó y pasó a “cuchillo” político a los que le defenestraron. La ingenuidad de los barones del PP es de antología. La deslealtad de Casado, de libro. Aprovecha sus credenciales para desprestigiar a su propio partido. Con su pan se lo coman.