El pronunciamiento del Tribunal Constitucional de Polonia, que otorga mayor prevalencia a las leyes nacionales que al ordenamiento de la UE, ha agravado el enfrentamiento del país báltico con el ente supranacional. Incluso, la UE ha amenazado con negarle los 36.000 millones de euros de los fondos de cohesión y recuperación europeos, que ahora están en suspenso. Chantaje se llama. O haces la política que yo quiero o no te pago, aunque ese dinero no esté destinado a que los países sean obedientes sino a todos porque todos tienen derecho a estos fondos. Aquellas decisiones comunitarias que no estén recogidas en el Tratado de Lisboa, que se firmó en diciembre de 2007 pero que no entró en vigor hasta dos años después y que es el que está en vigor, por supuesto que un país miembro de la UE está en su derecho de no cumplirlas. Nadie ha cedido totalmente su soberanía a la UE, aunque esta, poco a poco, lo pretenda, como ha denunciado el presidente húngaro Viktor Orban: “La UE se esfuerza por retirar poderes a los estados miembros sin un tratado y es normal que los estados se resistan”. Orban también acusó a los eurócratas de pretender “ampliar gradualmente sus competencias” a costa de retirárselas de “manera subrepticia” a aquellos estados miembros “resistentes” y “sin enmienda previa de los tratados”