“No creo necesariamente que Assange haya sido un agente pagado por los rusos”, advierte el periodista australiano Chris Zappone, director de The Age/Sydney Morning Herald, en El Mundo el pasado 24 de marzo. Este informador ha investigado las conexiones de su colega. “Pero sí pienso que ha sido manipulado por los rusos”. Catherine Fitzpatrick, analista de The Interpreter, considera, sin embargo, que Assange responde a lo que puede considerarse un “agente de influencia” de Moscú, y añade: “No es una coincidencia que los objetivos de política exterior de Rusia y de WikiLeaks sean los mismos”. Assange fue la estrella del programa El mundo de mañana en la televisión prorrusa RT mientras intentaba evitar desde el Reino Unido su extradición a Suecia por dos denuncias de violación y abusos sexuales.
En declaraciones a Democracy Now, el propio Assange reconoció haber recomendado al ex contratista de la CIA Edward Snowden que “el lugar más seguro para ti es Moscú”. Desde 2010, cuando Wikileaks saltó a las portadas con las filtraciones de las guerras de Irak y Afganistán, Assange mantuvo una estrecha amistad con un misterioso personaje de origen ruso empotrado en la redacción, Israel Shamir. Desde que arrancó la guerra, Wikileaks, que está dirigido ahora por el islandés Kristinn Hrafnsson, guarda silencio informativo sobre la invasión rusa de Ucrania, ¿casualidad?