La Humanidad tiene un problema con el plástico. No es ninguna novedad. En 2018 la Agencia Medioambiental Estadounidense calculaba que sólo éramos capaces de reciclar un 8,7% del plástico producido a lo largo de un año.
En este proceso no todas las partes del mundo son igual de responsables. Europa y los países más desarrollados consumen más materiales plásticos que otros. Pero no disponen de la infraestructura necesaria para reciclarlo. Durante años, su solución ha pasado por exportarlo.
Un nuevo informe estratégico sobre la gestión global de residuos plásticos ha detectado un aumento alarmante del comercio ilegal de contaminación plástica en todo el mundo desde 2018.
El informe, titulado Análisis estratégico de INTERPOL sobre las tendencias delictivas emergentes en el mercado mundial de desechos plásticos desde enero de 2018, indica que ha habido un aumento considerable en los últimos dos años en los envíos ilegales de desechos, principalmente desviados al sudeste asiático a través de múltiples países de tránsito.
Otros hallazgos clave incluyen un aumento en incendios y vertederos de desechos ilegales en Europa y Asia, un aumento significativo en el uso de documentos falsificados y registros de desechos fraudulentos, con estudios de casos de cada uno de los países contribuyentes que ilustran el alcance y la complejidad del problema.
El informe señala el vínculo entre las redes delictivas y las empresas legítimas de gestión de la contaminación que se utilizan como tapadera para operaciones ilegales, y los delincuentes suelen recurrir a delitos financieros y falsificación de documentos para llevar a cabo sus operaciones globales.
Las dificultades en el tratamiento y seguimiento del excedente de residuos plásticos han abierto las puertas a la delincuencia oportunista en el sector de residuos plásticos, tanto en el comercio ilegal como en el tratamiento ilegal de residuos.
El gobierno chino está comprometido con la lucha contra el delito de desechos plásticos, estableciendo procedimientos administrativos más estrictos y lanzando campañas nacionales para abordarlo, particularmente en lo que se refiere al contrabando transfronterizo.
La mala gestión de los residuos plásticos daña el medio ambiente, dejando depósitos de plástico y microplásticos en la tierra y en los ríos y océanos de todo el mundo. El plástico también contribuye al cambio climático a través de las emisiones de gases de efecto invernadero desde la producción hasta la gestión de residuos.
INTERPOL pide a la comunidad policial mundial que trabaje unida a través de las fronteras para monitorear este crimen, volviéndose más proactiva en la aplicación de la ley de residuos, escaneando los riesgos antes y llevando a cabo investigaciones financieras y basadas en inteligencia.
En Suecia, el suministro eléctrico del país está en gran parte libre de emisiones, con un 44 por ciento derivado de la hidroeléctrica, un 40,5 por ciento de energía nuclear, algo eólica y menos del 1 por ciento procedente del carbón.
Si los suecos queman la mitad de su basura para crear calor y electricidad, ¿por qué los estadounidenses no pueden? EEUU envía un -54 por ciento- a vertederos, y queman alrededor del 12 por ciento de basura.
El problema potencial es que la quema de basura crea muchas emisiones, incluidas algunas bastante desagradables, como señala la EPA: la quema de MSW [residuos sólidos municipales] produce óxidos de nitrógeno y dióxido de azufre, así como trazas de contaminantes tóxicos, como compuestos de mercurio y dioxinas.
Una reciente investigación de Greenpeace en Reino Unido publicada ilustra lo que sucede con el plástico cuando llega a los vertederos de otras partes del mundo. El trabajo se centra en Turquía.
Desde que China pusiera fin a sus importaciones de residuos en 2017, Reino Unido y Europa tuvieron que buscar alternativas. Una de ellas fue Turquía. Los puertos británicos en el 2015 enviaron 12.000 toneladas de plásticos al país, en 2020 la cifra había ascendido a las 209.000 toneladas.
En la práctica, se le prende fuego. Ni las tiendas cumplen con sus supuestos compromisos medioambientales ni el gobierno británico hace negocio sostenible con el reciclaje. Lo único que Reino Unido (y Europa) han estado haciendo es externalizar la quema.
El Reino Unido es uno de los principales contribuyentes a la crisis mundial del plástico, ya que genera más desechos plásticos por persona que cualquier otro país, excepto EE. UU. Lo más importante es que el Reino Unido necesita reducir drásticamente la cantidad de plástico producido en primer lugar.
En 2018, un año después de que China cerrara el grifo de las importaciones de basura, Interpol advertía sobre el incremento de las actividades criminales relacionadas con la compra-venta de residuos plásticos y su posterior «reciclaje».
Ante la inoperancia de los estados, distintas organizaciones criminales entrevieron una oportunidad en el plástico. Podían ofrecer sus servicios a cambio de llevar los residuos a países pobres, como Malasia, donde se encargarían de procesarlos. Este procesado no era sino un eufemismo consistente en quemarlos.
Malasia observaba cómo su costa y puertos se convertía en una consecución infinita de vertederos ilegales. En 2019 el gobierno malayo seguía los pasos de China y ponía fin a las importaciones de residuos plásticos desde Europa. Europa sigue sin saber qué hacer con todo el plástico que genera.
En España las cifras reales sobre su reciclado, exportaciones mediante, son una nebulosa indescifrable y en torno al 70% no tienen una segunda vida, la mitad de la basura sobrante se marcha para Asia. Todo esto mientras los propios vertederos europeos queman el 40% que llega a sus manos.
El mejor residuo es el que no se genera. Y la mejor manera de lograrlo es prevenir los residuos desde el principio, reduciendo los materiales que forman los envases y envoltorios y favoreciendo su reciclabilidad al final de su vida útil. A eso le llamamos ecodiseño.
Gracias al actual sistema de recogida selectiva sabemos que depositándolos en el contenedor correcto pueden volver a utilizarse como materia prima, lo que tiene diversos beneficios para todos: como la reducción de la dependencia que tenemos de los recursos naturales y del impacto ambiental que generarían si acabasen en un vertedero o, lo que sería mucho peor, abandonados en el entorno y contaminando la naturaleza.
Un sistema que, implantado ya en algunos países, recibe el nombre de SDDR (sistema de depósito, devolución y retorno). En este caso lo que haríamos, en cambio, sería ‘alquilar’ los envases en el punto de venta a un precio que oscilaría entre los 0,02 € y 0,30 € (dependiendo del tipo y el tamaño). Un dinero que solo recuperaríamos en el caso de devolverlo en perfectas condiciones.
La implantación del SDDR chocaría frontalmente con el sistema que tenemos implantado en este momento, llamado SCRAP (sistema colectivo de responsabilidad ampliada del productor) en el que son los propios fabricantes, envasadores y distribuidores, junto a las administraciones locales, quienes a través de un sistema integrado se encargan de costear y promover la gestión ambientalmente correcta de los envases al final de su vida útil.
El SDDR solo admite una ínfima parte de los residuos domésticos: las botellas de agua y las latas de bebidas refrescantes y cerveza.
Como se muestra en datos de Eurostat, los hogares españoles se caracterizan por estar menos habitados por solteros que la media de la Unión Europea (situada en un 35%, cuando nosotros estamos en un 27%), pero mucho más por parejas con hijos. En este tipo de hogares, los niños son un gran condicionante y el estudio elaborado por el ECA corrobora que los solteros y las parejas sin hijos tienden a reciclar más, así como muestran más facilidad para trasladarse más lejos para depositar los envases. Del mismo modo, los solteros o las parejas sin hijos generan menos residuos y disponen de más espacio para almacenarlos.
La población española es la más longeva de la Unión Europea, esto supone que el número de personas ancianas (teniendo en cuenta que somos el cuarto país de la Unión, por detrás de Alemania, Francia e Italia en población) es también muy alto.
Según el INE, la población mayor de 64 años en España alcanzó los 9,28 millones. Como se explica en el estudio del ECA las personas mayores, debido a diversos factores, como los problemas de movilidad, tendrían muchas más dificultades para participar en el SDDR.
La mejor solución es la aplicación de la economía circular, educando y motivando a la sociedad de las múltiples ventajas para la economía, la salud pública y para el medio ambiente.