Es la diversidad de gente: estudiantes, turistas y los propios salmantinos una de sus principales atributos, y son ellos los que otorgan a la ciudad un agradable ambiente, fresco y joven. La ciudad está siempre abierta, dispuesta a acoger y entregar la riqueza de sus monumentos, su cultura y su gastronomía. La ciudad es Patrimonio de la Humanidad, y tiene multitud de rincones y edificios monumentales; todos ellos están concentrados en el centro histórico, por lo que la visita se debe realizar a pie. El amanecer y el atardecer son momentos mágicos. La luz transforma lo interior y lo exterior; un único resplandor baña las doradas fachadas y, los personajes que transitaron la ciudad a lo largo de su historia, se hacen presentes. La Plaza Mayor es una de las plazas más bellas de España y del mundo y uno de los monumentos barrocos capitales de la arquitectura peninsular. Hay que entrar también en las catedrales: la gótica y la románica, sin olvidar subir a las torres medievales de la catedral a través de la exposición Ieronimus: se puede pasear por las terrazas exteriores, las atalayas y las balaustradas que asoman al interior del templo, entre gárgolas, pináculos y campanas. El edificio histórico de la Universidad, la más antigua de España, también merece una visita, en su fachada es tradición entre los turistas buscar la figura de la rana. En el interior se descubren espacios como el aula de Fray Luis, donde parece haberse detenido el tiempo, o la biblioteca antigua. Sin prisas se debe conocer también la Casa de las Conchas, famosa por su fachada decorada con cientos de conchas, y la Iglesia de la Clerecía y Universidad Pontificia, situadas enfrente. No hay que olvidar subir a las torres de La Clerecía y disfrutar de las vistas de la ciudad desde los balcones de las torres de este impresionante mirador. También se puede dar un paseo por el Puente Romano y entrar en el Huerto de Calixto y Melibea, un jardín de estilo musulmán. La Casa Lis es un palacete modernista de vidrieras de colores y uno de los tesoros de la ciudad. Alberga el Museo de Art Nouveau-Art Déco con una impresionante colección de artes decorativas de finales del siglo XIX y principios del siglo XX entre las que destacan las colecciones de muñecas de porcelana, figuras de bronce y marfil y vidrios. La ciudad cuenta con numerosos conventos de un gran valor patrimonial, entre ellos destacan el Convento de San Esteban y de las Dueñas. Y si gustan los misterios y las leyendas no se puede perder La Cueva de Salamanca, un espacio mágico donde el diablo impartía clases de brujería; y el Patio de la Salina, un antiguo estanco de sal. Hay cientos de monumentos y lugares de interés además de los mencionados, lo que requiere al menos tres días para poder visitarlos en su mayoría y hacerse una idea de lo que puede ofrecer la ciudad. Las citas más importantes son la Semana Santa, el lunes de aguas, el Festival de las Artes de Castilla y León (junio) Fiesta de San Juan de Sahagún (12 de junio), Ferias y Fiestas de septiembre y la subida del Mariquelo a la torre de la catedral (31 de octubre).