Hace falta perder hasta el último ápice de pudor político para poner el grito en el cielo por el pacto de Alfonso Fernández Mañueco, al frente del PP en Castilla y León y ganador de las elecciones autonómicas, por su pacto con el partido de Santiago Abascal. Es el disco rayado de la “ultraderecha”. Habló Pedro Sánchez de una línea divisoria, un antes y un después de este pacto y se atrevió a decir que el pacto coloca la democracia española ante “una situación muy grave” y la envía a un escenario “crítico”. Lo dice quien ha pactado repetidas veces con los amigos de los terroristas de ETA, Bildu, el que ha pactado y sigue haciéndolo con los golpistas catalanes, el que acerca a los asesinos etarras a las cárceles vascas, el que ha mentido y miente hasta la saciedad sobre la mayor crisis sanitaria de la historia de la España contemporánea, el secretario general del partido gobernante en la Andalucía de los ERE -el mayor escándalo de corrupción de la democracia española-, el que ha pactado con la extrema izquierda, comunista y antisistema, la que justifica los crímenes del chavismo o deja indefensa a Ucrania haciéndole el juego a la Rusia agresora… Pero ¿cómo se atreve a hablar Sánchez de democracia y descalificar a otros con el pedazo de viga que tiene en sus ojos? Porque… ¿a quién ha asesinado Vox?, ¿qué escándalos de corrupción se le adjudican? No será que ha tumbado en el Tribunal Constitucional los dos estados de alarma del presidente, no será, en definitiva, que defiende la Constitución y el presidente la debilita gravemente con su política oportunista.