Pino Ortega de León, médico de familia y cuidados paliativos
Maite Díaz Torres
Cuando Pino Ortega de León tuvo que elegir, no veía la especialidad de familia como una opción deseable para su carrera profesional. Por ese motivo, repitió su examen para el MIR (médico interno residente) con la esperanza de mejorar su nota y poder escoger otra especialidad. Como ella, muchos aspirantes a MIR prefieren no elegir medicina de familia, aunque tengan que repetir su examen. Desde hace más de diez años las plazas de medicina familiar son las menos demandadas por los estudiantes, siendo en muchas ocasiones cubiertas por médicos extranjeros que acceden al MIR, como demuestra el 44,7 por ciento de extranjeros que entraron a hacer el MIR en MFC (medicina familiar y comunitaria) en el año 2010, según el informe del Ministerio de Sanidad, Oferta y necesidades de médicos especialistas 2008-2025.
Ortega de León, sin embargo, decidió ser médico de familia tras haber conseguido en su segundo examen del MIR nota suficiente como para hacer otras especialidades. Su decisión llegó después de un año de duda, ya que cuando terminó la carrera “no tenía ninguna idea de lo que era realmente la medicina de familia”. Comenzó como médico residente en el Hospital Regional Universitario Carlos Haya, donde pudo disfrutar y conocer esta especialidad y en 2013 decidió viajar a Ibiza para trabajar en un centro de urgencias de atención primaria. En Ibiza tuvo “más de cuarenta contratos en un año y medio” hasta que decidió volver a Málaga para trabajar en el Centro Asistencial San Juan de Dios, que ofrece un servicio de atención integral de salud mental y a las personas con discapacidad desde que fue inaugurado en 1924 y que desde noviembre del pasado año se ocupa también de la asistencia geriátrica y cuidados paliativos. No obstante, aunque trabaja muchos fines de semana y en ocasiones tiene que hacer guardias, esta profesional de la medicina se ve obligada a tener un segundo empleo en un centro médico privado para tener una mejor remuneración.
-¿Crees que la figura del médico está suficientemente valorada?
Creo que las condiciones de trabajo son muy malas en general, solamente por la media de horas que trabaja un médico debería tener un sueldo mucho más alto. Yo no estudié medicina para tener un gran sueldo, pero tampoco para estar preocupada por no llegar a fin de mes. Las malas condiciones se traducen en un peor trato al paciente, porque los médicos se van quemando. Ya no es solo una cuestión de llegar a fin de mes, es el sentirse valorado por tu trabajo. La sociedad cada vez valora menos a los médicos.
-La medicina de familia no suele ser la primera opción para los estudiantes ¿Qué piensa sobre esto?
El problema es que cuando estás haciendo la carrera no ves realmente lo que es la medicina de familia, hasta que no te metes en una consulta de medicina de familia no lo sabes. Hay muchos médicos que no tienen respeto por esta forma de medicina. Un mal médico de familia lo único que hace es mandarte a un especialista u otro, pero un buen médico tiene a sus pacientes muy bien controlados, evita muchos desajustes y muchas consultas de especialidades. Para eso tienes que ser bueno y también tener medios para serlo. El paciente es un todo y es verdad que los especialistas siempre saben más sobre su tema, pero no pueden verlo todo, para eso está el médico de familia.
-Entonces ¿hay médicos de familia que no valoran su profesión, incluso ejerciendo?
Hay médicos de familia que no se preocupan lo suficiente en formarse y que se implican poco. También es verdad que con una consulta de cinco minutos por paciente no te da para pararte a pensar. Ver cincuenta pacientes en una mañana es una bestialidad.
-¿Eso cómo se traduce en la salud de los pacientes?
Pues o se tiene un médico que está dispuesto a tardar lo que haga falta y que le da igual si sale una hora tarde, o el paciente no está controlado. Algunos médicos hacen excesivas derivaciones a especialistas, lo que puede acabar mareando al paciente. Un buen médico de familia tiene que hacer un buen uso del tiempo y tener muchas ganas. Todo hay que usarlo en su justa medida, hay cosas que puede hacer el médico de familia y otras cosas que directamente tiene que llevar el especialista.
-¿Cómo se puede gestionar el tiempo de forma adecuada para que ningún paciente esté desatendido sin sacrificar el tiempo de descanso?
Se necesita más personal para que el médico pueda estar con el paciente ocho o diez minutos por lo menos. Normalmente, se tienen cinco minutos por paciente y se terminan las consultas a las 13:40 o así, pero siempre se va con retraso, además hay pacientes que no pueden ir al centro de salud y tienes que ir al domicilio a verlos cuando termina tu turno. Sería necesario que hubiera más personal para que los médicos pudieran ver a menos pacientes. También se debe evitar que los pacientes hagan un mal uso de la sanidad. Los ciudadanos deben concienciarse para no ir al médico por cuestiones como un resfriado. Por una parte, se necesita más personal y por otra parte más consciencia ciudadana. Con la situación actual al final los médicos acaban quemados y haciendo mal las cosas y no hay nada peor que un médico que no tenga ganas de trabajar.
-¿Qué papel tiene el médico de familia en la prevención de enfermedades como el cáncer?
En el cáncer de cérvix por ejemplo, el médico de familia tiene un papel importante porque hoy en día los ginecólogos ya no hacen citologías en la sanidad pública. La misma limitación de tiempo que tenemos en la atención primaria la tienen en todas las especialidades y por eso están quitando mucho trabajo a las especialidades y cargándolo sobre la atención primaria.
-¿Cree que este modelo es el adecuado?
El problema es que cada vez hay más demanda de sanidad y menos dinero. Esto sin hablar de los inmigrantes, que es un tema complicado porque todo el mundo tiene derecho a una asistencia médica, pero en muchos países extranjeros no se atiende a los inmigrantes si no pagan. A mí no me parece humano dejar a gente que no tiene medios sin atención sanitaria. En España se supone que los inmigrantes solo tienen derecho a urgencias y atención a embarazadas y niños, pero hay muchas personas que tienen una patología crónica y no necesitan solo de urgencias. Un diabético que no esté controlado tiene muchas papeletas para tener un infarto y si no lo atajas desde la atención primaria llegará un momento en el que pegue un bombazo.
-¿Cómo está la situación en lo relacionado con los cuidados paliativos?
Cada vez las familias son más pequeñas y las personas tienen menos tiempo para cuidar a sus familiares.
Yo siempre he pensado que lo mejor para el paciente es morir en casa, también es lo mejor para sus familiares, lo que pasa es que en ocasiones el paciente no puede estabilizarse como para estar en su casa y el derecho a la muerte digna es lo más importante. En San Juan de Dios se trata muy bien a los pacientes paliativos. Este hospital siempre ha sido psiquiátrico, pero desde noviembre se dedican también a medicina paliativa. Antes los hospitales principales se encargaban de los pacientes paliativos, pero yo creo que ya no pueden abarcar tanto volumen de pacientes y les están derivando a periféricos.
-¿Crees que haría falta más apoyo psicológico a los profesionales y a los pacientes de cuidados paliativos?
Haría falta más ayuda, lo que pasa es que llega un momento en el que enfrentarse a la muerte es cosa de cada uno. Un médico de cuidados paliativos tiene que tener mucha mano izquierda y saber cuándo y cómo decir las cosas. Siempre es duro decir al paciente y a los familiares que ya no se puede hacer más y un psicólogo te puede ayudar, pero el problema está ahí, es un problema reactivo a una realidad. Se pueden dar medios para afrontar mejor una realidad, pero siempre es difícil enfrentarse a la muerte. Para los médicos hay cursos y ayudas psicológicas, pero yo creo que al final todo depende de tu personalidad y de tu experiencia más que de cualquier otra cosa.