Vicente Martínez, propietario del restaurante Strachan
Maite Díaz Torres
Lo primero que llama la atención al entrar en el restaurante Strachan es la decoración de sus paredes, definida por Vicente Martínez, propietario de este restaurante como atemporal. Los adornos floreados en relieve acompañados de figuras talladas en yeso hacen que al recorrer sus salones uno no sepa si se encuentra en una casa antigua o en un restaurante típico, de los de siempre.
Ya han pasado 22 años desde que Martínez y su esposa decidieron crear un pequeño negocio de tapas en calle Granada, un año después abrieron su propio restaurante y decidieron, en pleno boom de la cocina experimental, ofrecer productos de la zona y mantenerse fieles a la comida tradicional malagueña. Vicente Martínez, licenciado en farmacia, nutricionista y experto en medio ambiente, defiende la importancia de las recetas clásicas, como puede ser un plato de lentejas o unas croquetas, incluso en la alta cocina
¿Cómo un licenciado en farmacia llega a ser el propietario de un restaurante?
Todo surgió porque somos propietarios del local donde pusimos la tapería. En el año 1993 lo pusimos en alquiler y no se alquilaba por culpa de la crisis de los noventa. Por ese motivo a mi mujer se le ocurrió abrir la tapería siguiendo el ejemplo granadino, porque nosotros nos conocimos en Granada. Funcionó y por eso decidimos montar el restaurante Strachan al año siguiente.
¿Qué aplica de sus conocimientos como farmacéutico y nutricionista a su negocio?
Strachan desde hace trece años ya tenía menús para hiper-colesterolémicos y celíacos. Desde hace diez años en nuestra carta se detallan las kilocalorías que tiene cada plato.
Hábleme del espacio Sabor a Málaga.
Siempre hemos sido muy fieles a la comida tradicional malagueña. Compramos todo fresco, no compramos nada precocinado y todos nuestros proveedores son de la tierra. Incluso la cerveza que tenemos es Cerveza Málaqa, una cerveza que se hace aquí en Málaga. Por este motivo fuimos uno de los primeros restaurantes que participaron en el proyecto Sabor a Málaga y nos dieron este distintivo. El año pasado sacamos la carta del restaurante en la que se unía la comida tradicional malagueña con la información nutricional de cada plato para que el cliente sepa lo que representa para la salud comer cada plato.
¿Cree que en el centro se está sufriendo una pérdida de la gastronomía tradicional?
Creo que cada vez la gente se está acercando más a la cocina tradicional. Hubo una pérdida hace algunos años, sobre todo en cocineros que salían de la escuela de hostelería que querían jugar con nitrógeno y cosas de ese tipo. Hoy, incluso estos cocineros están girando hacia los platos tradicionales. Por este restaurante han pasado cuatro cocineros que llegaban de la Cónsula y recuerdo tener discusiones con ellos porque casi se ofendían si les decías que hicieran un plato de lentejas o unas croquetas. Yo les explicaba que si eran unos grandes cocineros debían saber hacer un gran plato de lentejas y unas croquetas exquisitas.
En cuestión económica, si todos los restaurantes decidieran comprar productos de la zona, ¿cómo afectaría económicamente a la provincia?
Si todo lo que se comiera y bebiera en los restaurantes de Málaga fuera de nuestra provincia, estaríamos creando riqueza sin lugar a dudas porque haríamos más ricos a nuestros proveedores y éstos tendrían más posibilidades de gastar dinero en la provincia por lo que el PIB crecería.
¿Cómo se puede educar a la población para que sea más consciente de la necesidad de comprar productos de la tierra?
Yo creo que es una cuestión de educación elemental. En Málaga tenemos el mejor tomate del mundo, que es el tomate huevo de toro de Coín, es un tomate feísimo pero muy carnoso, tiene el típico paladar de cuando éramos pequeños. El producto fresco de cercanía tiene muchísimo más valor nutricional y de paladar que otro que traigamos de fuera. Tenemos que enseñar a la población malagueña que tenemos una gran variedad de productos de todo tipo y que tenemos que hacer uso de ellos. Tenemos que poner en valor lo nuestro, no sabemos hacer marketing.
Como nutricionista, ¿cuál diría que es el secreto de una alimentación sana?
Siempre he pensado que comer sano es comer de todo en su justa medida. Ingredientes como el azúcar y las proteínas son también necesarios, aunque en poca cantidad. Nosotros tenemos la gran ventaja de que la alimentación mediterránea se asienta en el aceite, el vino y el pan. La cantidad de alimentos frescos que tenemos en el mediterráneo debe ser ejemplo de lo que se debe comer.
Hay enfermedades que afectan a la alimentación, pero ¿se pueden hacer terapia a través de la gastronomía?
Ya lo decía un filósofo griego: que el alimento sea tu medicina y que la medicina sea tu alimento. Hay muchos alimentos que curan. Las propiedades del aceite, por ejemplo, hacen que sea el mejor alimento que existe hoy en día. No hay ningún otro alimento con mayor poder curativo que el aceite. El chocolate puro también tiene una cantidad de antioxidantes tremenda. Sin lugar a ninguna duda, los alimentos curan.
Hay un servicio de préstamo de coches antiguos en vuestro restaurante. ¿Cómo surgió esa idea?
Mi mujer siempre es quien impulsa las ideas, está siempre innovando. Yo soy coleccionista de coches y motos antiguos desde que decidí restaurar un coche que tenía mi abuelo olvidado y fue para casarme. Hoy tengo ocho coches y diecisiete motos antiguas. Mi mujer propuso que ofreciéramos la posibilidad de utilizar nuestros vehículos a los novios que nos encargan el catering de su boda. Al final nos dimos cuenta de que muchos clientes estaban más ilusionados con la posibilidad de elegir coche que con el menú. Por eso hemos creado una sociedad independiente encargada de alquilar vehículos para eventos y en ocasiones cuando nos encargan el catering para una boda ofrecemos la posibilidad de que elijan un coche de época.