Al profesor de Ciencias Naturales don Jesús Barrón, del Instituto de Enseñanza Secundaria Complutense, en Alcalá de Henares, lo han sancionado sin que se sepa oficialmente por qué. El profesor Barrón ha sido apartado cautelarmente de la enseñanza en base a un expediente disciplinario y sus retribuciones se han reducido en 800 euros mensuales. La inspectora de Educación de la Comunidad de Madrid que ha abierto el expediente lo ha hecho por presunta prevaricación con el agravante de discriminación, pero se desconocen las acusaciones concretas. Todo parece haber empezado con la denuncia de un alumno del que tampoco se conoce la identidad. El profesor Barrón, por tanto, ha sido sancionado mediante un procedimiento totalmente oscurantista en el que se le han negado sus más elementales derechos, sometiéndole a una situación de indefensión impropia de un Estado de Derecho y, sobre todo, impropia de un sistema de enseñanza que lleva décadas jactándose de su especial interés en transmitir “valores”.
Sin embargo, pese a que ni siquiera se ha comunicado al acusado cuáles son las acusaciones concretas por las que se le sanciona cautelarmente, sí consta en el expediente el hecho de que el profesor Barrón, en el curso de sus clases, habría explicado a algunos de sus alumnos, de doce años de edad, el hecho biológico de que en la especie humana existen dos sexos con diferentes dotaciones cromosómicas: XX y XY. Lo cual nos da un indicio claro de por dónde van los tiros. Todo parece indicar que al profesor Barrón lo han expedientado los de la corrección política por herejía de género y blasfemia.
Por lo que se ve, a los caprichosos inquisidores de la ideología de género ya no les basta con darnos la murga inventándose cada semana un género nuevo, ahora además tienen que hacer desaparecer los sexos. Como según ellos (y ellas) el género no es más que un constructo social, sin relación alguna con la evolución biológica, hablar del hecho físico innegable de los cromosomas X e Y a tiernas criaturas de doce añitos atenta contra los dogmas de género y constituye un claro caso de sabotaje al adoctrinamiento ideológico de los menores. De ahí las prisas en apartar al profesor Barrón de la docencia.
Aunque, quizás lo que resulta más alarmante de este bochornoso abuso de poder es que está teniendo lugar en la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid. En Madrid no es ya que gobierne el Partido Popular, es que gobierna la señora Isabel Díaz Ayuso, todo un banderín de enganche para aquellos que pretenden que el PP se atreva a dar la batalla cultural.
Tradicionalmente, este tipo de acosos a los profesores disidentes de la pedagogía progre acostumbraban a llevarse a cabo en autonomías gobernadas por la izquierda. El autor del presente artículo, sin ir más lejos, sufrió dos intentos de expediente disciplinario por parte de la Inspección Educativa basados en acusaciones igualmente secretas, uno en 2002 y otro en 2010. Pero fue en Andalucía bajo gobiernos del PSOE.
Pero, a juzgar por los hechos comentados, en la España actual parece que el sistema de enseñanza público se ha convertido en un coto cerrado para los desafueros ideológicos izquierdistas, gobierne quien gobierne. Ni los partidos políticos que se dicen liberales se atreven a defender la libertad de cátedra. En consecuencia, en el mundo de la enseñanza, los talibanos, talibanas y talibanes de la corrección política campan por sus respetos y se dedican con entusiasmo a practicar la caza de brujas. Ni ante las más evidentes y comprobadas verdades científicas se detienen. Tan soberbios como ignorantes, tan borrachos de ideología barata como faltos de la más elemental empatía, los fanáticos de la ideología de género se obstinan en no darse cuenta de que defienden una variante posmoderna del terraplanismo.
El profesor Barrón, por su parte, con la ayuda de la Asociación de Abogados Cristianos, ya que los sindicatos de clase no parecen interesados en el asunto, ha recurrido por la vía penal contra las dos funcionarias responsables del expediente disciplinario: la directora del centro y la inspectora de zona.
Pues bien, al margen de lo que puedan decidir los tribunales, si la señora Díaz Ayuso pretende que los votantes la tomen en serio y confíen en las próximas elecciones en esa versión más liberal y desacomplejada del Partido Popular que parece representar, hará bien en tomar cartas en este asunto y poner en marcha en la Consejería de Educación una investigación que depure las responsabilidades de quienes estén detrás de este evidente abuso. Es más, esta podría ser una excelente oportunidad para sanear de parásitos ideológicos esa consejería y poner coto a los desvaríos de lo políticamente correcto entre los docentes.
Después de tres décadas de esa pedagogía progre que decía llegar al sistema de enseñanza para transmitir valores, nos encontramos con que lo que realmente transmite es fanatismo, intolerancia y oscurantismo. Por lo demás, los resultados prácticos a la vista están: casi un cuarenta por ciento de paro juvenil, más del doble de la media europea. Es absolutamente imprescindible y urgente acabar con el bochornoso adoctrinamiento ideológico que se ha apoderado del sistema de enseñanza público, que no es propiedad de ningún partido político ni de ninguna ideología, sino patrimonio de todos los ciudadanos. Para recuperar esa imprescindible neutralidad política, lo más sencillo y eficaz sería reinstaurar la transmisión de conocimientos útiles como eje vertebrador de la enseñanza.