Trump ha perdido las elecciones, según el escrutinio de votos, frente a Joe Biden, que será el próximo presidente de los EEUU de Norteamérica si no hay un vuelco en los resultados por la intervención judicial, a la que se agarra el actual presidente, que denuncia irregularidades.
Trump parece no conformarse con su suerte y, posiblemente, peleará. Su denuncia de fraude electoral es muy grave y si no demuestra éste quedará muy mal en la historia de su país. Sin embargo, su presidencia registra el hecho histórico de no haber iniciado ningún conflicto bélico y sí conversaciones, las primeras, con Corea del Norte.
Trump se ha atrevido a hacerle frente a los poderosos medios de comunicación de su país, casi sin excepción, denunciando la arbitrariedad de éstos y sus conexiones con el establishment, contra cuya hipocresía arremete de continuo y que en 2016 representaba Hilary Clinton. Lo que se ha mentido en la campaña “todos contra Trump”, que esa ha sido la dominante de los medios europeos y norteamericanos, figurará en los anales del mal periodismo del siglo veintiuno.
¿Por qué los medios no dijeron nada de los acuerdos comerciales con Canadá y México?, ¿y del acuerdo comercial con Corea del Sur?, ¿y los acuerdos de EEUU con Israel, Bahrein y EAU?, ¿se acuerdan también de conseguir que México frenara la inmigración ilegal del sur y cómo lo cumplió?, ¿y el 5G y la posición de EEUU hacia China, consiguiendo que otros países se alinearan contra este caballo de troya asiático?
Pero, por otro lado, solo hay que echar la vista atrás para recordar la guerra civil de Siria, la relación de Asad con Moscú, la invasión rusa a Ucrania… cuando era Obama presidente. ¿Fue criticado por estos mismos medios? Por supuesto que no, y eso que Obama no hizo nada. Era del Partido Demócrata y se entendía perfectamente con la mayoría de los lobbies progresistas y la izquierda norteamericana. El próximo futuro dirá qué hace Biden, si no se va al poco tiempo, dada su edad, y le sustituye la extremista Kamala Harris.