Hoy nos ocuparemos de un fenómeno que comienza a estudiarse en el mundo de la psicología en relación con los factores de producción en las empresas como es la adicción al trabajo, conocida también por su término anglosajón workaholic, que aparece en los años 70 en la sociedad norteamericana con la unión del termino trabajo (work) y alcoholismo (acoholism). Tal síntesis conceptual tiene como finalidad analizar e introducir los rasgos característicos del comportamiento alcohólico al ámbito del trabajo y del mundo laboral, habiendo derivado tal estudio en valorar la conducta del trabajador en el seno de la empresa cuando se realiza un exceso de horas de trabajo.
En relación con lo anterior y pese a que en nuestro país se ha venido en regular el límite de horas extraordinarias que debe llevar cabo un trabajador en el centro productivo, es frecuente encontrar tanto trabajadores como gerentes o directivos, que conscientes o no, se llevan a su hogar el trabajo y las múltiples preocupaciones laborales con lo que ello implica, por lo que el elemento central definidor del workaholic, viene dado por el compromiso irracional establecido con el trabajo excesivo, hasta el punto de ser incapaz el sujeto de tener otros intereses o de emplear el tiempo en tareas diferentes y sufriendo por la involuntaria incapacidad para romper con dicha compulsión.
Así pues, la adicción al trabajo se caracteriza principalmente por la necesidad incontrolable de trabajar de forma constante. Por ello, ha tomado relevancia en el colectivo médico al convertirse en una causa directa de enfermedades cardio y cerebrovasculares, trastornos psicosomáticos y digestivos, entre otros, con desenlaces tan severos como el síndrome de Karoshi (síndrome de fatiga crónica), definido así en Japón por la muerte repentina que sobreviene como consecuencia de una hemorragia cerebral o insuficiencia cardiaca o respiratoria, cuya causa es el exceso de fatiga. Autores como Robins, señalan que la adicción al trabajo se hace partícipe cuando la jornada laboral iguala o supera las 50 horas semanales, llevando consigo ello unos componentes fundamentales como es la falta de control, la dependencia y el poco descanso, tres determinantes claves en el bienestar personal.
A título de ejemplo, se ha dado recientemente el caso de un corresponsal de televisión, que tras trabajar más de 150 horas extraordinarias el mes anterior, sufrió un paro cardíaco con la edad de 31 años de edad, su diagnóstico fue de muerte por exceso de trabajo.
Hay que precisar que los adictos en cuestión, no son quienes más horas dedican al trabajo, sino aquellos que hacen de su prestación de servicios el eje de sus vidas, sin dedicar ninguna atención a otras actividades, esto es, un desinterés por todo lo que no sea trabajar y trabajar y la incapacidad para hacer un alto en el mismo, discutiéndose en la actualidad si esta adicción al trabajo, la vinculación emocional con el trabajo y el burnout (síndrome de estar quemado), son independientes o no, dado que pueden existir ciertos mecanismos mediadores y factores de riesgo similares entre sí. Para ello, la OMS y la OIT indican que trabajar 55 horas o más a la semana, se asocia con un aumento del 35% del riesgo de un accidente cerebrovascular y del 17% de morir de una cardiopatía isquémica, comparado con una persona que trabaja entre 35 a 40 horas semanales, por lo que, según citados organismos, pueden morir en un año cerca de 400.000 personas de un derrame cerebral y cerca de 350.000 de enfermedad cardíaca por haber trabajado al menos 55 horas por semana.
Así todo, no debemos confundir los adictos al trabajo con los comprometidos con el trabajo, siendo las consecuencias negativas de tal adicción para los workaholics a título de ejemplo las alteraciones del sueño; incapacidad para delegar tareas; aislamiento social; conflictividad familiar; problemas organizativos; problemas de salud física y mental; no saber decir no a las requerimientos de compañeros y jefes; problemas económicos; competitividad mal fomentada en el seno de la empresa; exceso de ambición por ostentar poder dentro del centro productivo, etc., etc.
En resumen, los departamentos de recursos humanos, tienen que intentar que sus trabajadores se comprometan en el desarrollo productivo de sus puestos de trabajo, pero sin que prolonguen de manera excesiva su tiempo de prestación de servicios más allá de su jornada laboral, ya que hay empresas que fomentan la competitividad interna de manera errónea, basando su metodología en prestar más atención a aquellos trabajadores que permanecen más tiempo en su puesto de trabajo en lugar de aquellos que son más productivos en su jornada laboral, por lo que se hace necesario para ayudar a estas personas mantener un dialogo para entender cual sea el origen de su adicción o bien iniciar un tratamiento con un coach para alcanzar una solución, ya que de lo contrario nos encontraríamos que el citado workaholic, comenzaría a ser una nueva figura que por sus consecuencias tendríamos que defender ante los tribunales como accidente de trabajo.